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Reportaje: Arquitectos Siglo
XXI
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Concebir espacios dejó de ser un
mecanismo frío y utilitario. La arquitectura moderna busca
crear ambientes cálidos y humanos para la convivencia armónica
de sus usuarios. Algunos jóvenes arquitectos compartieron con
"Cosas" sus opiniones acerca del nuevo rumbo del diseño
arquitectónico.
Andrés Núñez
Estudió en la Universidad Central e
hizo su maestría en Pratt Institute en Nueva York. Tiene 36
años y ha estado a cargo de proyectos tales como la
remodelación del Hospital Metropolitano y la edificación del
Archivo Pasivo del mismo hospital. Es el responsable de la
nueva cara de la Plaza de las Américas, así como de varias
casas en Quito y en Guayaquil. Su estilo arquitectónico
refleja el tiempo en el que vive. La técnica actual permite el
uso de una serie de materiales de manera novedosa, que Núñez
los usa a su favor. No cree en lo rígido, ni en ángulos
rectos, sino que más bien procura espacios con movimiento, lo
que se refleja en paredes inclinadas y asimétricas. No
encierra ambientes, los abre. Permite ver más allá, dando una
sensación de transparencia, de tal forma que, quienes están en
distintos ambientes no se sienten aislados, al contrario,
tienen la sensación de estar conectados. En el caso de la
Plaza de las Américas, esta conectividad es evidente, la gente
ve y es vista. Es un lugar que engloba, que permite
interactuar. Es sincero con los materiales, no los esconde ni
los forra, trata de exhibirlos tal como son, creando así,
sensaciones de calidez. Cree en obras desnudas, en aquellas
que pueden ser apreciables por sí mismas, sin necesitar
decoración o maquillaje. Núñez cree que el arquitecto está
llamado a "empujar los límites", -a ir más allá del simple
cumplimiento de una lista de necesidades-, a proponer lo
nuevo, a aportar con el diseño estética y emocionalmente.
Comenta que su proceso creativo parte de conocer al cliente,
de adentrarse en sus emociones, deseos y formas de vida, para
así crear una arquitectura específica, "hecha a la medida". No
cree en creaciones en serie. Respeta el lugar, no impone sus
obras, sino que procura una adaptación armónica a la
topografía y al entorno. Sueña con un Quito ordenado, sin
congestión ni confusión y para ello el papel de arquitectos,
autoridades municipales y promotores inmobiliarios es clave.
Comenta que el boom petrolero dejó una marca nefasta en el
rostro de la ciudad, ya que se edificó sin criterio
urbanístico y con vacíos de ordenanzas.
La obra de
Núñez, como él la define, es nueva y moderna. No se aferra a
formas del pasado ni a reinterpretaciones. Considera que cada
estilo debe enmarcarse en el tiempo al que pertenece. Rechaza
lo que él llama nostalgias. Si vivimos en el siglo 21, Núñez
cree, que es preciso construir de acuerdo al siglo 21,
utilizando la técnica para crear formas actuales, con luz y
calidez, con movimiento y sensualidad, traducidos todos en
espacios acogedores que infundan paz y que promuevan la
convivencia armónica de sus ocupantes.
Christian
Wiese
Con apenas 31 años de edad, cuenta con
proyectos de importancia para el desarrollo urbanístico de la
capital. La nueva sede de Flacso, el hotel Holliday Inn
Express y el Centro de Interpretación del Zoológico de
Guayllabamba son algunos ejemplos. El año pasado uno de sus
proyectos de conjuntos habitacionales obtuvo el premio ornato,
otorgado por el Municipio capitalino. Pertenece a la
primera promoción de arquitectos graduados en la Universidad
San Francisco de Quito. Hijo de padre alemán y madre
ecuatoriana, Wiesse cree que su arquitectura está influenciada
por ambas culturas. ³De lo germano he heredado el
racionalismo, de lo ecuatoriano la emotividad², nos
dice. El racionalismo al que se refiere se evidencia en su
constante búsqueda del orden, que se traduce en espacios
amplios, transparentes y llenos de luz. Su carga emotiva se
expresa en lo artístico. Wiese recurre con frecuencia a
metáforas, lo que en arquitectura equivale a trasponer las
formas de un objeto concreto al diseño
arquitectónico. Califica a su estilo como moderno y
racional, pero cree que la arquitectura no debe estar sujeta a
modas. Para él, diseñar atemporalmente asegura una
trascendencia en el tiempo. ³Me encantaría que exista un
viajero del tiempo que vea mi obra, y que no sepa a qué época
pertenece, eso me haría muy feliz porque significaría que no
estuve sujeto a tendencias temporales², comenta. Cree que
el urbanismo de la ciudad de Quito ha favorecido el uso del
automóvil, en desmedro del disfrute a pie. Por eso, en sus
obras la presencia de plazas netamente peatonales son
constantes, de tal manera que se convierten en espacios
públicos grandes y libres para devolverle al peatón su calidad
de dueño de la ciudad y del entorno, al tiempo de favorecer la
convivencia y el esparcimiento.
Wiesse no sólo busca
edificar. Cree que el entorno en el que el ser humano se
desenvuelve, lo condiciona. Por eso concibe el espacio a favor
de quien lo use. Crea ambientes de armonía en donde el ser
humano no sólo habite o trabaje, sino que disfrute y
crezca.
Douglas Dreher
Tiene poco tiempo para la
entrevista, lo encuentro en una oficina grande revisando unos
planos junto a cinco personas más, imparte un par de
indicaciones y me hace pasar a una oficina más pequeña donde
la mesa es tan grande como la de afuera. Douglas Dreher
Andrade le apostó a la arquitectura y ganó un espacio
importante dentro de su gremio, lo que le abrió las puertas a
un sin número de oportunidades laborales, pero lo más
significativo para él, es que le ha permitido ser parte la
transformación positiva de Guayaquil. A sus 38 años afirma
estar casado y comprometido con su profesión. Son más de 14
horas diarias dedicadas a trabajar en el diseño y
planificación de proyectos arquitectónicos y urbanísticos
públicos y privados; es coordinador general de arquitectura
del proyecto de Regeneración Urbana en la Fundación Malecón
2000. ¿En qué se inspira Douglas? "Siempre me documento,
pero definitivamente hay ocasiones en que siento una
influencia que viene de arriba"; ¿algo divino? No contesta
pero asiente, y continua: "he estado horas tratando de crear
algo que me llene y no lo he logrado. Soy de esos que no se
acuesta tranquilo hasta no sentir que ha terminado su trabajo,
pero el cansancio es enemigo de las buenas ideas; es cuando
obligado hago un break- generalmente leyendo- y de pronto
retomo mi lápiz y mágicamente trazo algo que me satisface, eso
definitivamente, es como una ayuda que viene de allá (señala
arriba)". No proviene de una familia de arquitectos,
Douglas estudió en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte,
donde obtuvo su titulo. Luego hizo un diplomado en Gestión y
Planificación de Turismo Internacional de en Consorcio de
Universidades Flamencas de Bélgica. Asegura que desde muy
pequeño sabía que su futuro sería construir. Se inclina por el
modernismo clásico, el High Tech, y los estilos de la nueva
modernidad: deconstructivismo y pluralismo moderno... Si
alguna gran obra le hubiese gustado construir o diseñar, sin
dudar nos dice que "el museo de Guggnheinm de Bilbao,
descubrir esta escultura acercándose por las antiguas
callejuelas de Bilbao ya es una experiencia alucinante, una
vez frente a él, habrá que guardar un registro en la retina de
esa perspectiva, ya que el edificio parece tener vida propia,
transformándose y cambiando continuamente como si fuese
impulsado por el viento, arrastrado por el río, colorido por
la luz y contenido por las montañas. Ya que todavía está
soltero, ¿de cuál de sus obras está enamorado? "La
regeneración de las plazas emblemáticas de la ciudad y los
Jardines del Malecón son muy significativos por su historia,
la Playita del Guasmo por el efecto que tendrá en el
autoestima de los habitantes de ese sector, también"
. Douglas cree que la calve de su éxito es la preparación,
la actitud, y sobre todo la dedicación. "Hay gente que me
pregunta cómo hago para hacer tantas cosas al mismo tiempo. La
respuesta es sencilla: mi vida es la arquitectura".
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