El termino plaza, a pesar de que se deriva de platea (ensanchamiento), se utiliza siempre para indicar un espacio rodeado de edificios, que lo delimitan y definen, este termino por lo tanto conlleva a consideraciones de orden social, costumbristas, filosóficas, y otras más relacionadas a lo urbano y arquitectónico.

Las plazas han sido durante mucho tiempo espacios cerrados con una envolvente continua y sólo a partir de finales del siglo XIX, con la progresiva abertura del telón de fondo edificado, el termino cambia de significado, confundiéndose con los de ensanchamiento, descampado o claro.

A inicios y mitad del siglo pasado el movimiento moderno es sustancialmente indiferente al tema de la plaza, estando mas preocupado en la expansión de las ciudades hacia las periferias, siguiendo patrones similares en todo el mundo, difícilmente distinguibles y sin identidad, condicionadas todas ellas a la aparición de una nueva constante en la planificación urbana: el automóvil, cuyo vertiginoso incremento en las ultimas décadas dio paso a ciudades basadas en y para la escala de este ultimo, pareciéndose mas a "parking lots", que a espacios pensados para personas.

La plaza, como tema proyectivo, ha vuelto a estar de actualidad en los últimos treinta años, como símbolo de una nueva atención a la calidad de vida. La diversidad, inherente a cualquier manifestación humana, caracteriza el diseño de estos espacios que, por lo común, se convierten en signos arquitectónicos de la identidad de los habitantes del pueblo o ciudad que los acota. Como consecuencia de esto la primera condición para que hoy en día un lugar pueda definirse como plaza, es su peatonización; accesos, recorridos, y usos limitados a las personas.

El plan de Regeneración Urbana llevado a cabo por el Municipio de la ciudad de Guayaquil, tiene como uno de sus objetivos, la dignificación del entorno urbano, otorgándole una dimensión humana a la ciudad, convirtiendo al ciudadano en el protagonista. Esta intervención en el pleno "corazón" de la ciudad pretende revalorar y revitalizar las infraestructuras preexistentes, recuperando no solo el principal referente cultural de la ciudad, sino también la autoestima de sus ciudadanos.

En el proceso de regenerar las 3 plazas más emblemáticas de la ciudad Guayaquil fue importante identificar el contexto en el cual cada una de ellas se encontraba inserta, teniendo en cuenta las diferencias que distinguen la plaza contemporánea de la histórica, y las intervenciones de recuperación y restauración de los que tienden a definir las "nuevas plazas". Este proceso implico la búsqueda de elementos de historia local, símbolos, referencias intelectuales y también esculturas, fuentes, arquitectura, árboles, etc.

El concepto de plaza histórica estaba claramente representado en las Plazas Rocafuerte y La Merced, ya que siendo plazas tradicionales, tenían una función endógena, definida en el proceso de formación y estaban sometidas a un edificio (iglesia, edificio de gobierno, palacio, etc.). La plaza contemporánea no tiene casi nunca una función especifica ni depende, en sentido estricto, de un edificio o de un monumento. Su finalidad es la de constituir un lugar atractivo de encuentro o reunión, por lo que el objetivo del proyecto es ahora la plaza en sí misma.

La proyectación de las plazas expresa una dialéctica entre el envolvente y el suelo. El proyecto afecta a la envolvente solamente cuando se realizan plazas nuevas, en cambio, en la restauración de las plazas históricas se actúa solamente a nivel de suelo, con referencias al contexto, como sucede en La Merced y Rocafuerte.