Douglas Dreher: De la Guadua a la Regeneración

Abril, 2009 | Revista SEMANA Diario EXPRESO

Link original: http://www.expreso.ec/semana/html/notas.asp?codigo=200904191063

Los trazos de su lápiz sobre el papel se trasladaron a calles, plazas, malecones, en hermosos diseños que, hoy gente nacional y extranjera admira. Detrás de ellos está la figura de un descendiente de inmigrantes italianos, el arquitecto Douglas Antonio Dreher Andrade.

Apasionado por su profesión, su agenda no ha dejado espacio al amor. A sus 42 años, está felizmente soltero, y hoy por hoy dedica todos los días de la semana a sus proyectos y creaciones.

Desde su oficina, en el segundo piso de la Fundación Malecón 2000, en Sargento Vargas y avenida Olmedo, se entusiasma y sus ojos brillan al hablar de su trabajo.

Ese único amor que llena todos sus espacios nació desde las aulas universitarias, cuando cursando el cuarto año de Arquitectura, en la Universidad Vicente Rocafuerte, se vinculó con la Junta Nacional de la Vivienda (JNV) - durante el gobierno del doctor Rodrigo Borja- como técnico en costo y ayudante de fiscalización.

Tres años después, por su evidente interés en hallar soluciones al problema habitacional, el joven arquitecto guayaquileño es nombrado coordinador general del Centro de Tecnologías Apropiadas, dedicado a la investigación de nuevas tecnologías constructivas acorde con la realidad del país, y auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) y de la JNV.

Ahí trabajó con su maestro y compañero, el arquitecto Jorge Morán Ubidia. Sus análisis lo llevaron a determinar que la caña guadua, o caña brava como la conocen los campesinos, es uno de los elementos constructivos más propicios para la edificación.

Convencido de aquello fabricó una vivienda de dos plantas, con diseños similares a las existentes, en Sauces IX, norte de Guayaquil, a la que se le revistió de cemento. Nadie pensaba que su estructura era de guadua. la diferencia radicaba en la frescura interior de la vivienda.

El resultado de estas investigaciones lo remitió posteriormente al presidente de aquel entonces, el doctor Rodrigo Borja, quien por razones que desconoce no le dio el trámite respectivo y la valiosa indagación quedó archivada.

Como técnico considera que los gobernantes no buscan soluciones reales al problema habitacional, más bien lo asumen como un tema netamente político.

Quizá un poco desencantado, planea radicarse en Europa con miras a ampliar sus horizontes profesionales.

Dreher es un defensor a ultranza de la caña como uno de los recursos naturales más importantes del país, contrario con otros que la encasillan como sinónimo de miseria. Para él "la guadua es oro en polvo". "De ella podemos obtener muchos productos, incluso tecnológicos, como con los chips por ejemplo", dice con vehemencia.

El éxito alcanzado en su corta vida profesional, lo vincula años más tarde con los municipios pequeños, en cuyas ciudades rediseñó los espacios existentes. Ahí es cuando realmente nace la regeneración urbana, que alcanza su clímax en Guayaquil, su ciudad natal, tras presentarse como postulante a la coordinación del nuevo proyecto de la Fundación Malecón 2000, respondiendo a un anuncio realizado en 1997, por el Municipio de la ciudad.

Años más tarde, sus creaciones tomaron forma desde la Plaza Cívica hasta el área de los jardines, en el Malecón Simón Bolívar; así como en la recuperación del centro de la ciudad y de sus áreas periféricas. No fue un trabajo en solitario, sino coordinado con la Dirección de Urbanismo, Avalúos y Registros del Ayuntamiento de Guayaquil. Ellos daban los lineamientos, pero era en su departamento en donde se interpretaban las ideas con el lápiz y el papel.

Aunque no lo expresa en palabras, puede sentirse que frente a la regeneración urbana se muestra como el padre orgulloso del hijo brillante al que todos admiran. Es una obra que todos pisan, ven y usan.

Dreher recorre con emoción cada espacio rediseñado. Pero no solo él está lleno de orgullo, lo están también su abuelo y padre, inmigrantes que llegaron al país desde Italia, y que desde hace más de 40 años cultivan palma africana en una zona entre las provincias de los Tsáchilas y Los Ríos, aplicando la experiencia adquirida en Indonesia.

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